Historia de una vida

Salmos 39:4 Hazme saber, Jehová, mi fin, Y cuánta sea la medida de mis días; Sepa yo cuán frágil soy.

Efesios 5:16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.



Historia de una vida

Don Jacinto es un hombre de unos 60 años de edad, vive de hacer artesanías naturales. Estudió en una Universidad de Norte América, tuvo propiedades, esposa e hijos, visitó los países bajos… en fin, tenía sus comodidades.

Lo conocimos porque se acercó a nosotros para vendernos uno de sus productos, desde que lo escuchamos sabíamos que era un hombre culto, hasta que un día nos quedamos hablando por un largo rato con él, sus ropas sucias y su barba desarreglada hacen pensar que es un vagabundo más, alguien que deambula por la vida como resultado del desempleo o de cualquier otra causa.



Pero no, Don Jacinto ha sido un hombre de mundo, alguien culto que ha viajado a países que algunos soñamos con conocer. Ahora él esta enfermo…una de esas enfermedades mortales.

Cuando nos habla de su enfermedad, lo hace pausado, ya sin rabia, ni culpa, nos dice: “estoy en la etapa terminal”. Admiramos este gesto, es decir, el saber que pronto has de morir, pero que no hay culpas, ya se esta en paz con Dios.



Le pregunto por Jesús y me dice que es su amigo, que es El quien le permite vender sus artesanías; no pide limosnas, no guarda nada para mañana, se alimenta con poco o nada según lo que vende durante el día, es decir que literalmente vive el día a día, nos dice que cada día depende de Dios para sus alimentos, sus medicinas y tal vez alguna ropa.

La vida da giros inesperados, de pronto este hombre era distinguido, con dinero, con una posición social alta, pero de pronto por causa de esos giros, está en la calle, sin una esposa que lo espere, lo ame o lo respete, sin hijos, que avergonzados de su padre, le ignoran.



Creo que debemos aprovechar al máximo cada momento de nuestras vidas, es tan corto el tiempo que vivimos, que cuando nos damos cuenta, ya han pasado las horas, los minutos y los segundos. Debemos afrontar con fe cada día, sabiendo que Dios hace salir su sol sobre buenos y malos.

Piensa en este día lo que es realmente importante: pasar tiempo con tus hijos o hijas, dedicarle tiempo a esa flor hermosa que es tu esposa, darle tiempo a tu madre, visitar viejos amigos, ir a la casa de Dios a adorarle, porque al fin de cuentas, llegará el día en que estarás delante de Dios dando cuenta de cada una de tus palabras, de cada segundo de tu vida.

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