. La integridad no se basa en credenciales


En tiempos antiguos, los fabricantes de ladrillos, los que grababan en piedra, y otros artesanos usaban un símbolo para marcar las cosas que creaban identificándolos como obra suya. El símbolo que usaba cada uno era su «carácter». El valor de la obra estaba en proporción a la destreza con la cual se hizo el objeto. Y solo se estimaba el carácter si la obra era de alta calidad. En otras palabras, la calidad de la persona y su obra respaldaban sus credenciales. Si la obra era buena, así era el carácter. Si era mala, entonces el carácter se percibía como pobre.
Hoy pasa igual con nosotros. El carácter procede de lo que somos. Pero algunas personas quisieran ser juzgadas no por lo que son, sino por los títulos que han logrado o la posición que tienen, independientemente de la naturaleza de su carácter. Su deseo es influir a otros con el peso de sus credenciales, más que por lo fuerte de su carácter. Pero las credenciales jamás podrán alcanzar lo que puede hacer el carácter. Observe las diferencias entre las dos:
Credenciales                                         Carácter
Son transitorias                                     Es permanente
Se enfocan en los derechos                  Se concentra en las responsabilidades
Solo añaden valor a una persona          Añade valor a muchas personas
Enfocan los logros pasados                  Construye un legado para el futuro
Muchas veces evocan celos en otros    Genera respeto e integridad
Solo pueden abrirle la puerta                Lo mantiene allí

Ninguna cantidad de títulos, grados, oficios, designaciones, premios, licencias, u otra credencial puede sustituir la integridad básica cuando hablamos del poder de influir a otros.

MARY K. BAXTER UNA REVELACION DIVINA DEL INFIERNO