No juzgue a nadie antes de haber adado un kilometro con sus propios zapatos. Para conseguir que los otros hagan lo que usted desea que hagan, debe ver las cosas a través de los ojos de ellos. Ahí está el secreto para influir en los demás

Hoy esta muy de moda la empatia: ponerse en el sitio del otro. Ver las cosas desde la situación en que está el prójimo.
El lo que decía el gran Tobías de la Biblia: "Lo que no quieras para ti, no lo hagas a nadie".

Escriba una carta como usted le gustaría recibirla. Hay cartas que no hacen exlamar: "Si yo recibiera una carta como ésta me enfureciería". Entonces por qué no escribir de otra manera?

Mírese al espejo y dígase: "Si yo me encontrara con una persna de rostro tan serio y tan frío como el mío, la amaría? Quizás (o sin quizás) no la amaría. Porque la mayoría no somos tan santos que seamos capaces de amar a quien se nos presenta con una cara de cañon antiaéreo. Entonces por qué no me esfuerzo por presentar ante los demás un rostro más risueño? El mundo es como un espejo: Me devuelve lo que yo le doy. Si le sonrío y le saludo, me sonríe y me saluda. Le hago cara agria y le insulto, me hace una cara agria y me insulta. "Como cada uno trate a los demás, así será tratado por ellos", escribió el profeta hace 2.400 años.

Ciertos vendedores y escritores han fracasado porque solamente se han preguntado: "Este artículo me gusta a mi? y no se han preguntado: "Este le gustará a los demás?". Porque lo importante no es que los zapatos que yo vendo o los artículos que yo escribo estén de acuerdo con mis propios gustos, lo importante es que gusten a otros. Si no se quedarán sin vender.
Pregúntese al hablar en público: "Qué pensaría yo de lo que estoy diciendo, si estuviera allá entre los oyentes?

Me gustaría que me dieran las órdenes como las doy yo? Me gustaía que me felicitaran en la medida en que yo felicito?

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