A un olmo seco

Salmos 1 (Biblia en lenguaje sencillo)

1 Dios bendice a quienes no siguen malos consejos ni andan en malas compañías ni se juntan con los que se burlan de Dios. 2 Dios bendice a quienes aman su palabra y alegres la estudian día y noche. 3 Son como árboles sembrados junto a los arroyos: llegado el momento, dan mucho fruto y no se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hacen les sale bien! 4 Con los malvados no pasa lo mismo; ¡son como el polvo que se lleva el viento! 5 Cuando sean juzgados, nada los salvará; ¡esos pecadores no tendrán parte en la reunión de los buenos! 6 En verdad, Dios cuida a los buenos, pero los malvados se encaminan al fracaso.



A un olmo seco

Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero!

Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera,

habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas

urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero

te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta;

antes que rojo en el hogar, mañana, ardas en alguna mísera caseta,

al borde de un camino;

antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas;

antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas,

olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera.

Antonio Machado.



Este es un poema a la esperanza, al optimismo de ver un árbol viejo y raído, con sus ramas secas, sus hojas caídas y la corteza arañada por las uñas del viento y del tiempo, y esperar que no sea ese su fin.

Y es que ese árbol puede que seamos algunos de los que leemos este mensaje. Las arenas del tiempo calan nuestra piel, este barro que es nuestra carne, ha sido sometido a las más altas presiones en la hornaza de las experiencias y en lo profundo de nuestro corazón albergamos la esperanza de que será solo por un breve instante, de que aún hay hojas nuevas a punto de brotar, de que las raíces aún podrán absorber el agua de lo profundo de la tierra.

Me gustan los cantos de esperanza, las palabras que traen consuelo y ánimo a las personas, por esa razón escribo de esta forma. Pero también escribo así por una razón mas profunda: el amor de Dios para conmigo, y es que ¿sabes algo? Dios es Dios de pactos, de esperanza, de paz, de consuelo, de justicia, de amor y de Salvación. El te ve como un árbol plantado junto a corrientes de agua si tu actos reflejan tu confianza en El, si recibes ese amor incondicional que nos lleva a declarar a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Recibe esperanza de parte de Dios hoy.

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